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Los españoles, como cualquier otra nación, son distintos. Sin embargo, tienen algo en común, lo que les diferencia de otras naciones.

Muchos creen que los españoles son vagos y que les encanta montar fiestas. Que son muy lanzados y están obsesionados con el sexo. Nada más lejos de la realidad.
En España se trabaja, y se trabaja mucho. En el sector privado mucha gente trabaja más de diez horas diarias. Los funcionarios tienen un horario reducido, pero también tienen gran cantidad de trabajo. Hoy día para mantener una familia hace falta mucho dinero, por eso normalmente trabajan tanto el hombre como la mujer.

Eso sí, quizás no son tan responsables como, por ejemplo, los japoneses o los alemanes. Si te dicen que «mañana» te van a instalar internet, es posible que tarden más de la cuenta. Y no se van a matar para cumplir con su deber.
También los trámites suelen tardar más de lo normal. Para legalizar su situación en España, para homologar la carrera la gente tiene que esperar un año o dos. No hay prisa, ni tampoco hay demasiado control. La única policía que para a la gente es la policía de tráfico.

El sexo es otro tópico falso: muchos españoles son tímidos y muy cautelosos a la hora de escoger una pareja. Las mujeres visten de forma muy austera, sobre todo, comparándolas con las rusas y no son nada lanzadas. Aunque a todos los españoles les encantan los chistes verdes, a la hora de la verdad, te fallan.

A diferencia de los estadounidenses, los españoles no respetan a las personas que han alcanzado éxito profesional, más bien, les tienen envidia. Ser el mejor provoca odio, no admiración, por eso los españoles intentan disminuir sus talentos y capacidades y nunca presumen de ellos.
Tampoco respetan mucho las leyes. Hace poco a un futbolista lo pararon circulando a ¡216 por hora dentro de la ciudad! No es lo habitual, pero a veces ocurre. Y en estos casos nadie va a denunciar al infractor.

En general, para los españoles las personas siempre son más importantes que el éxito, las leyes, las ideas abstractas… Siempre dispuestos a echar una mano, a explicar cómo llegar a los sitios, los españoles son gente abierta, integradora y muy sociable. Aunque en su intento de ser majos, pueden llegar a ser un poco falsos: nunca te dicen las cosas a la cara. Si algo no les gusta dicen “está bien” o “no está mal”, y siempre exageran lo positivo: es típico escuchar “me encanta”, “es genial”, “estás guapísima”, “hablas muy bien español”, aunque no sea verdad.

Cuando los españoles salen de viaje, normalmente la gente y la gastronomía les interesa más que los teatros o museos. Tampoco van cargados con cámaras de fotos: prefieren vivir el momento a conservar un recuerdo en su álbum.