La educación a todos los niveles puede ser de tres tipos: la pública (totalmente financiada por el estado), la concertada (parcialmente financiada) y la privada (no financiada por el estado).
La educación pública no es del todo gratuita, pero sí muy barata: el precio de una guardería pública ronda unos 100 euros mensuales, mientras que una carrera universitaria puede costar al año unos 300 euros. La educación concertada cuesta 3-4 veces más, y la privada ya puede llegar a precios desorbitados. Además, el gobierno proporciona becas para determinado tipo de población (hijos de madres solteras, o de padres cuyos ingresos están por debajo de un cierto nivel, alumnos brillantes, etc.).
A pesar de que el nombre “escuela” se refiere a todo el conjunto educativo (por ejemplo, “la escuela privada”), no se suele usar para decir “mi hijo va a la escuela”; en este último caso se sobreentiende que el niño tiene menos de 6 años.
En los menores de 6 años la escolarización no es obligatoria, sin embargo, es la opción preferente, ya que las bajas de maternidad son de 4 meses y medio. Por tanto, la absoluta mayoría de los recién nacidos tiene que asistir a una guardería, o escuela infantil. La diferencia entre estos términos consiste, básicamente, en que las escuelas infantiles programan una serie de actividades propias de una escuela (clases de inglés, de baile, etc.).
A los 3 años, aunque no es obligatorio, la mayoría de los niños empieza el “cole”. Son tres años los que constituyen la educación preescolar, que supone, entre otras cosas, el aprender a leer y a escribir. En esta etapa los niños o bien van a un colegio junto con otros niños mayores (de hasta 12 años), o bien asisten a una escuela infantil.
Es a partir de los 6 años cuando todos los niños se escolarizan obligatoriamente. Los primeros seis años de Primaria aprenden las siguientes materias:
- Educación Física.
- Lenguas extranjeras.
- Lengua española, lengua correspondiente a la Comunidad Autónoma, y su Literatura.
- Matemáticas.
- Educación Artística, que se divide en Educación Musical y Educación Plástica.
- Conocimiento del Medio.
- Educación para la Ciudadanía.
A los doce años se produce el cambio de centro: los adolescentes empiezan a asistir a los institutos (IES: Instituto de Educación Secundaria). La ESO (Educación Secundaria Obligatoria) incluye 4 cursos, que, sin embargo, pueden convertirse en 5 o más: una gran cantidad de alumnos no aprueba las materias troncales y se ve obligada a repetir el año. En cada clase hay un gran porcentaje de repetidores, e incluso varios tripitidores (los que repiten el año por tercera vez).
Durante el año académico hay 3 evaluaciones, de cuyos resultados depende si el alumno aprueba o no una determinada asignatura. En España se puntúa sobre 10 (es decir, la nota mínima es un 0, y la máxima, un 10, también se admiten fracciones de nota, como “4,5”). Para aprobar hace falta sacar un 5 o más. Los alumnos que suspenden pueden volver a examinarse en septiembre (en este caso se dice que esta asignatura les “ha quedado para septiembre”). El año académico suele empezar en la segunda quincena de septiembre, porque la primera quincena está reservada para hacer las recuperaciones.
Los que no acaban la ESO pierden el derecho a tener diploma y, por tanto, un trabajo legal. Sin embargo, para los alumnos que suspenden con regularidad se admite hacer una “adaptación curricular”, es decir, minimizar los contenidos. Por lo general, de este tipo de alumnado se forman grupos especiales que se llaman “grupos de diversificación”.
Los alumnos que acaban Secundaria con éxito tienen derecho a seguir estudiando el Bachillerato, o, los que prefieren, se apuntan a algún módulo de Formación Profesional (FP), cuyo título también proporciona el acceso al Bachillerato. Durante dos años, que pueden convertirse en 3, 4 o 5 en el caso de tener que repetir años, los alumnos siguen uno de los itinerarios establecidos (con preferencia de determinadas asignaturas).
Al final del Bachillerato los alumnos que quieren continuar estudiando en la Universidad tienen que hacer la Selectividad: un examen que se hace a lo largo de un día entero, y que consta de 4 exámenes en función del itinerario elegido por el alumno. La nota final se obtiene como la media entre la media del Bachillerato y la nota sacada en Selectividad.
Cada universidad y cada carrera determinan la nota mínima, llamada nota de corte, que los alumnos deben superar para poder estudiar esta carrera. Por ejemplo, si un alumno ha sacado un 7,5, en Filología de la UCM piden un 7, y en Ingeniería, un 8, puede entrar en Filología, pero no en Ingeniería.
Después de terminar la carrera, los licenciados pueden optar por hacer un Máster, que suele ser más práctico con vistas a buscar un trabajo y más caro (entre 2000 y 20000 euros), o intentan hacer un doctorado, que les da puntos a la hora de trabajar como funcionarios y es indispensable para poder ser profesor universitario.
En España se observa el mayor índice de abandono escolar de toda la Unión Europea: un 26% de los jóvenes de entre 18 y 24 años abandonan sus estudios sin terminarlos.