Son las diez de la noche. La calle está vacía y todas las tiendas están cerradas.
Sólo en un lugar hay vida. En una pequeña parada hay cinco personas que esperan el autobús. Todos están cansados y quieren ir a casa. Están en la parada desde hace media hora, pero el autobús no llega. Están un poco intranquilos. Dos señoras charlan muy alto, una chica habla muy nerviosa por teléfono, un chico escucha música en su mp3 y solamente José está tranquilo y espera su autobús.
Pasan diez minutos. José oye un sonido extraño al final de la calle. Ve a una señora anciana que lleva una maleta grande. La maleta es muy pesada y hace mucho ruido. Cuando la señora está en la parada de autobús, dice a todos:
— Por favor, ¿me pueden ayudar a llevar esta maleta hasta la próxima parada? No está muy lejos. Pero la maleta es muy pesada y yo soy muy vieja. Yo tengo un pequeño secreto. Puedo compartir este secreto sólo con la persona que me ayuda.
Sin embargo, nadie oye a la señora menos José. José es un chico muy curioso y quiere saber el secreto. Por eso ayuda a la señora a llevar la maleta hasta la próxima parada de autobús. Cuando por fin llegan a la parada, la señora dice:
— Muchas gracias por la ayuda. Es muy amable por tu parte. Ah, y éste es mi autobús.
— Un momento, señora — dice José — ¿no me quiere usted decir el secreto antes?
— Ah sí, el secreto. Bueno, el secreto es que en aquella parada no hay autobuses después de las nueve de la noche.