La comida española es típicamente mediterránea. Predominan platos picantes y no muy fuertes. El vinagre, el aceite de oliva y las aceitunas son sus ingredientes constantes.
El vino se aprecia muchísimo, aunque hay jóvenes que prefieren la cerveza. «Jerez», «La Rioja», «Ribeiro» son marcas de vino reconocidas en todo el mundo. A algunos les gusta la sangría, una mezcla de vino tinto y de zumo de frutas. Aunque es un invento puramente español, es muy popular entre los extranjeros.
De todas las cocinas regionales se destacan la vasca, la gallega y la valenciana: las dos primeras por sus mariscos (productos del mar) y la tercera por la muy conocida paella. Sin embargo, estas cocinas cuentan con muchos otros platos que son una auténtica delicia.
Igual de buenos son el gazpacho andaluz (sopa de verduras que se toma como un refresco), la tortilla de patatas, canelones…
Para los postres, siempre natillas o flan y frutas propias de la estación. En Castilla, no dudes en pedir «suspiros de monja», son de los mejores pasteles que hay. Y, los domingos, es muy frecuente tomar chocolate con churros.
Los españoles desayunan poco, comen fuerte y suelen cenar fuera. Su cena nunca empieza antes de las 10 y puede constar sólo de las tapas (platos pequeños que se sirven junto con el vino).
Pueden ser también ensaladas y embutidos, menú típico de los bares, pero siempre acompañados con una copa de vino o una caña de cerveza. En general, las españolas son buenas cocineras, aunque últimamente los platos semipreparados están muy de moda.