Cuando yo era niño, mis abuelos aún vivían en un pueblo cercano a la capital.
Mis padres me llevaban los fines de semana a visitarlos. Todos disfrutábamos de esos días porque íbamos al río con mis tíos y mis primos. La comida familiar parecía una fiesta porque mi familia tenía muchos miembros y ramos muy unidos ¡Qué tiempos aquellos!